Os voy a contar una historia: Antes de que me picara el gusanillo de la serie B, la exploitation y la caspa en general, ya era un amante de la ciencia ficción. A parte de eso, soy del 90, así que viví los últimos coletazos del videoclub. Recuerdo perfectamente ir con mi padre y alquilar pelis de la Cannon o de Sáenz de Heredia (he heredado el buen gusto por el cine).
Esto hizo que, a parte de la ciencia ficción, me flipara bastante con las pelis de acción: Stallone, Chuck Norris, Schwarzenegger, Van Damme... Respecto a este último, cierto glorioso día cayó en mis manos Soldado universal y, joder, como lo flipé: ¡Una peli de ciencia ficción, en la que se enfrentaban nuestro belga favorito contra Ivan Drago! Y, os estaréis preguntando, esto a qué cojones viene. Pues bien, al poco, y aún con el subidón en el cuerpo, me dispuse a ver otra peli de ciencia ficción de Van Damme. Post-Apocalíptica, además. Hostia, pensé, le dará mil vueltas. Craso error. En mi tierna adolescencia aún no sabía quien era